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domingo, 14 de enero de 2018

Criterios para votar bien


Por Edna Jaime


Las decisiones se toman desde la cabeza o desde el estómago. Hacerlo de una u otra manera tiene consecuencias, algunas previsibles, otras no tanto. En materia electoral, si hoy estuviera frente a la urna, tomaría la decisión desde un lugar poco apropiado. Pero como la cita con la urna es dentro de algunos meses, más vale enfriar la cabeza y pensarlo mejor. Los siguiente serían algunos criterios que considero me servirían para votar bien.


Reputación. La reputación está estrechamente ligada a la trayectoria e integridad de una persona vista desde diversos ángulos y roles sociales. El reto de los equipos es crear, con estrategias de campaña, una imagen afamada que resalte una serie de características con las cuales se busca influir en el ánimo colectivo. Sin embargo, la reputación no responde a campañas, ésa se forma con el trabajo diario, los logros, relaciones y la manera de hacer política.

La reputación es esa hoja de vida que queda escrita con letra indeleble. Los aciertos se registran, los errores también.

Partido. A pesar de que un candidato pueda resultar sumamente atractivo, no puede desligarse de las prácticas de su partido. Se necesitaría de destrezas extraordinarias para poder diseccionar lo que corresponde a uno y lo que le toca al otro. Hay partidos que suman a sus candidatos, otros que le restan. Hay estructuras partidistas que estrangulan al candidato apenas asume el poder. Pero mientras la vía independiente esté llena de tanto escollo, no hay mejor camino de acceso al poder.

Propuestas. Las propuestas importan, permiten conocer el calibre del intelecto del candidato, su capacidad de interpretación, análisis y solución de problemas. También su capacidad de escuchar, y discriminar entre información valiosa y la que no lo es. Es evidente que en campañas las promesas llegan al nirvana, porque al oído del elector le gusta la cadencia del sound bite o vive en la fantasía de los desayunos gratis. Pero aun en medio de algodones de azúcar y de colores, la estructura y la sustancia tienen su lugar y no es difícil reconocerla. Aguas con quienes construyen propuestas sin evidencia y los que confunden campaña con gobierno.

Compromisos. No es ociosa la pregunta de con quién tiene compromisos el candidato. Se pueden construir mapas, hipotéticos claro, de la gente cercana, de quien financia una campaña, de grupos de interés que pueden servir de escalón al triunfo pero luego cobrarse caros los favores. Lo ideal sería un candidato con compromisos con la ciudadanía. Si esto suena un tanto ingenuo, por lo menos sería útil atisbar la red de intereses a la que es más cercana. Este es un dato que no puede soslayarse.

Equipo y liderazgo. El equipo, la gente de su confianza, de quienes irá a echar mano para la construcción de un gabinete, todos ellos nos dicen mucho del candidato: de su capacidad de identificar y atraer talento; de su habilidad de liderazgo para lograr disciplina, pero a la vez libertad y creatividad en su equipo; de su seguridad, al no intimidarse al tener a gente de gran estatura rodeándolo. O también, de la camarilla a la que pertenece o ha pertenecido por años, en la que no importa ni el mérito ni el talento. Un gobierno lo conforman muchos individuos. La propuesta de quienes encabezarán las principales carteras también debe pasar examen.

Experiencia. El servicio público tiene sus propios códigos y formatos. Su propia mística. La conducción de un gobierno, sobre todo si es el federal, requiere de años recorridos en el servicio público. Mientras construimos un servicio civil de carrera que verdaderamente funcione, debemos inclinarnos por equipos en los que haya verdaderos servidores públicos y en los que también haya experiencia. No dudo que gente proveniente de otros sectores sería espléndida en el desempeño de estas funciones. Pero seamos cautelosos, no se puede llegar a improvisar.

Transparencia. Cierro con este criterio, que me resulta fundamental por los tiempos que vivimos. Definitivamente me inclinaría por un candidato que privilegie la transparencia en su patrimonio y en sus intereses, pero también en el uso de los dineros de campaña. Si algún candidato habilita una plataforma que transparente estos recursos, llevará una ventaja en mis consideraciones.

Para ti, estimado lector, ¿cuáles serán los criterios para votar bien?

* La autora es directora de México Evalúa.

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